Marynella Salvador Villamar
Directora ARDP Atacama
En estas últimas semanas se han reunido líderes de los G20, (grupo formado inicialmente en 1999, por los 7 países más industrializados de la orbe, hoy consta de 27 países, industrializados y emergentes) y jefes de Estado de países miembros de la APEC (Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico, fundado en 1989 y que actualmente cuenta con 21 miembros, incluido Chile) a discutir sobre temas económicos, sociales, de desarrollo y de gestión política mundial, entre otros.
Un aspecto que no ha estado ajeno a la discusión tiene que ver con lo que sucede en los mercados cambiarios de las distintas economías y en los flujos comerciales. El tipo de cambio se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza en este mundo globalizado, ¿Se devalúa o no se devalúa? ¿Se levantan o no barreras para-arancelarias? ¿Se aproxima o no o una guerra comercial? ¿Se restringe o no el libre comercio?
The Economist, importante semanario económico, prepara un índice basado en la teoría de la paridad del poder de compra, bastante simplificado por cierto y sujeto a las limitaciones propias de este tipo de indicadores, denominado BIG MAC. Según este índice China es el país que más subvalorada tiene su moneda, por lo tanto en resto del mundo clama por la apreciación del yuan.
Todo ello en el marco de una difícil coyuntura en los mercados internacionales, con una recuperación de la economía europea, más lenta de la prevista, que enfrenta desequilibrios fiscales, con una situación en Estados Unidos que además de lo fiscal, se acentúa con una balanza de pagos claramente deficitaria y con China aprovechando su moneda para seguir incentivando sus exportaciones.
Y es que es valor del tipo de cambio tiene al menos para efectos de este análisis una doble lectura, por un lado, es un dolor de cabeza para los exportadores, especialmente cuando no se ha trabajado en mejoras en productividad y en innovación y es por otro lado, un aliciente para aquellos que importan, que ven como sus costos de producción se reducen gracias a un dólar bajo. Lo cual, ojo, puede convertirse en un espejismo en momento del calce.
Lo mejor en este caso, es comerse un BIG MAC mirando y proyectando los precios de equilibrio en el largo plazo, para no caer en la tentación de los movimientos especulativos y preocuparse más bien de usar instrumentos que permitan realizar coberturas cambiarias que aseguren la estabilidad y por lo tanto mejoren la probabilidad de rentabilidad en el largo plazo. Preocuparse también de mejorar la competitividad, reduciendo costos de manera permanente a través de diferenciación y agregación de valor, donde el precio del dólar no sea más que un dato de inventario.